domingo, 12 de enero de 2020

Poemas que sangran

Los poemas que escribo son sobre heridas.
Heridas que duelen tanto que no puedo soportar tantos clavos dentro.
Las palabras me ayudan a calmar lo que tengo dentro, lo que siento.
Salen a veces como ríos, con un torrente que desborda,
a veces también con lágrimas.
Y en el papel se quedan los clavos y los cristales.

Es bonito, como un poema puede guardar tanto sentimiento.
Cuánto un poema puede seguir doliendo
aunque pase el tiempo.
Puede parecer terrible
solidificar un sufrir tan grande,
poder, si quisieras, tocarlo y volver a sangrar,
pero a mi me parece maravilloso a su propia manera.

Y quizás alguien que guarde clavos dentro,
que tenga una herida a su vez,
pueda leer el poema y sentir algo.
Quizás pueda curarse a través de la lectura,
a través del poema ajeno sin tener que escribir el suyo,
o quizás le inspire a hacerlo justamente.

Lo único que no entiendo son las personas
que se enorgullecen de provocar poemas,
poemas que sangran.
Porque si inspiras poemas así entonces eres herida,
eres el clavo dentro de alguien.
Esos poemas no te pertenecen,
no eres musa, no eres inspiración;
eres dolor y eres veneno
y nadie debería enorgullecerse de eso.

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