Te he hablado entre dientes,
preparada para morder,
hemos ardido en las llamas de la hoguera
que prendí en tu nombre,
te has ido, pero tu sombra sigue aquí
y se sienta en mi cama por las noches.
Yo te conozco, amor,
y es a ti a quién escribo.
Pero dime,
dime tú, amor,
cuándo dejarás de quemarme en el pecho
para darme tu luz y tu calor sin daño,
cuándo tus pasos dejarán de alejarse
para caminar a mi lado,
cuándo dejarás de ser guerra y asedio
para vestirte con la bandera blanca.
Convierte mis trincheras en ríos,
de las tumbas de los muertos nacerán
árboles que nos darán sus frutos.
No alces la voz, no aúlles,
mejor susúrrame al oído,
nuestra canción creará un espacio
en el vacío de este silencio a gritos.
Deja las cadenas, las murallas que te custodian,
deja las armas, pero no las caricias.
Ven a mí, amor, yo también voy de camino,
y dime,
cuándo llegas amor,
mi amor tranquilo.
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