martes, 25 de septiembre de 2018

Bonito



Respeto a quienes consideran que el gusto es libre.
Los hay que disfrutan todo aquello que es bonito por obligación resuelta.
En ocasiones, por ejemplo, un actor vestido de beso. Otro actor vestido de mar.
¿Bonito? Según se mire.

Uno a uno, los miembros son bonitos.
Pero pontificar sobre lo bonito y lo feo es de mala educación.
Se puede afirmar, sin margen de error, que es más bonita la libertad recuperada.
Tan bonito como el cristal.

Jamás supo ubicarse.
A su muerte, se negó a caer desde lo alto y nunca más se supo del bonito.

Sabemos algo nuevo y resulta que, de repente y sin hablar,
todos se han puesto de acuerdo. Es bonito, al fin.
Todos al unísono han manifestado dolor, que sufren, presentes o huidos.

Es bonito lo buenos que son, expresivos.
El primero se conoce al dedillo; lógico que sea prudente.
El segundo, el astronauta, todavía permanece en el espacio
y no se ha enterado de lo que tiene que hacer cuando su cápsula vuelva a pasado.

¿Es bonito? Lo es.
Lo que surge ahora es saber qué hacemos con esa preciosidad.
El deseo común es que elijamos entre las opciones que no presentan.
Bonito
o contemplar cómo desaparece de golpe gracias a las majaderías de nuestra belleza.

En tal caso, lo bonito no sería tan bonito.




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Quisiera escribir sobre la tierra en mí, sobre la madre-mujer-creadora de todo  en mí, recuerdos latentes que no son míos  pero me pertenece...