Dejé tu alma al sol, a ver si ardía,
pero a ti las señales no te llegan.
Describes una parábola sujeta
a la gravedad de tu propio argumento.
¿A quién le escribes tus versos, niño?
¿Qué hay de verdad en tus líneas?
¿Pretenden siquiera tener sentido?
¿O son sólo una hiperbólica manifestación
amoldada a la lectura pública?
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Siempre se te ha dado bien pintar palabras.
Inventar un mundo distinto, imágenes en tu cabeza.
Pero eres un Quijote tirado al lado oscuro del espectro.
Que sean los lobos los que aúllen por ti esta noche.
Haz una buena función para tu público,
para tus espectadores, ellos te darán el amor.
A veces los aplausos se oirán como golpes,
pero admitamos que a ti también te gusta el dolor.
No vale la pena escribirte otra línea
y no vale de nada preguntarte.
Quizás tus silencios sean más elocuentes que tus palabras.
Lo dices mejor cuando no dices nada.
domingo, 3 de junio de 2018
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