Fue eso lo que ocurrió en el último minuto, el último de mi vida.
Notaba un dolor en el pecho tan intenso que no lo sentía y era lo único que sentía a la vez. Tenía nublados los sentidos y veía transcurrir la escena como si fuese una película a cámara lenta. Entonces las piernas me fallaron y caí al suelo mientras el mundo caía junto a mí.
Mi mano había soltado la suya para tapar aquel agujero del que parecía proceder el dolor. Miré incrédulo aquel líquido rojo, espeso y caliente que manchaba mis dedos sin comprender realmente qué era ni lo que pasaba.
En algún momento mi cabeza topó con el suelo sin notar siquiera el golpe y mi mirada quedó prendida en las estrellas.Pero había algo que me preocupaba: ¿Dónde estaba ella?¿Estaba bien?
Cuando la vi arrodillada a mi lado solté un suspiro de alivio. Ella me cogía la mano mientras sus ojos azules se deshacían en lágrimas. En ese momento pensé que estaban hechos de agua y que si seguía llorando el color se iría de ellos dejándolos grises.
Ya había dejado de sentir mi cuerpo. El dolor se había ido, dejando paso a una nada tranquilizante y, mientras sentía como poco a poco me desvanecía en la inconsciencia, me fijé en todos esos detalles que me gustaban de ella. Su fino y suave cabello que caía en cascada rozándome la cara, sus ojos tan profundamente azules que me miraban con una mezcla de tristeza, desesperación y ternura; y su boca, que cuando sonreía formaba unos pequeños hoyuelos en sus mejillas que la hacían adorable.
Qué daría yo por ver por última vez aquella preciosa sonrisa. Ella era mi oasis, mi remanso de paz, quien me apoyaba y escuchaba. Por eso, con mis últimas fuerzas y con una mirada llena de amor conseguí susurrar: Te amo. Fue un murmullo tan bajito que por un momento temí que no lo hubiese oído, pero esbozó una pequeña sonrisa triste con la que aparecieron esos hoyuelos que me hicieron el hombre más feliz del mundo. Ya con ese sentimiento cerraba los ojos, y leyendo de sus labios las mismas palabras que yo había pronunciado antes, caí en la negrura de la eternidad.
Marzo 2014
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