domingo, 15 de julio de 2018

Día en Blanco

   Días tontos, días en blanco. Días en los que la apatía te invade sin razón aparente ni vistas a marcharse. Días en los que pienso. Le doy vueltas a las posibilidades y a las posibles oportunidades. Pienso en cómo hemos llegado hasta aquí, todo lo que ha ocurrido hasta ahora y adónde nos conduce el camino por el que andamos. Lo que he hecho y lo que no he hecho y el por qué de esas acciones y decisiones.

   Quizás sea la inminente ausencia de tus abrazos lo que me tiene tan vacía. Prometí que no volvería a engancharme a tu cabello, pero esa mirada que pones me vuelve olvidadiza. Aún no he caído, solo es el vértigo de asomarse al vacío lo que me tiene borracha de impresión. Los pies al borde, quizás ya resbalaron sin que me diera cuenta y estoy suspendida en el aire, en ese momento justo antes de precipitarme.

   Quizás solo sea la resaca que queda del empacho de felicidad de ayer.  Mañana ya estaré bien de nuevo, saltarina y feliz; por lo que ha pasado, por ti, por mí y las aventuras que quedan por encontrar. No dejaré que el anhelo de lo imposible arruine las decisiones tomadas en los momentos cuerdos, poniendo en duda la validez de mi propio argumento. Debo atenerme a la realidad y a los efectos secundarios no previstos. Está bien, no todo tiene que ser tan predecible, tiende a no serlo de hecho. Y aunque eso cambie los planes que tenía, pronto pasará la tormenta y siempre nos quedará volver al estado anterior, como siempre hemos hecho cuando las aguas desbordaban.

   Sé que no necesito decírtelo, pero cuídate. Te diría que guardaré tu goma para devolvértela cuando vuelvas, pero probablemente la pierda antes de que llegues a tu primera fiesta. Aunque intentaré que sobreviva algo más de tiempo. Haz amigos y sé como tú eres cuando eres tú. Ese gato encantador y apuesto y algo villano. No pienses mucho en mí, pero mándame un mensaje siempre que quieras.

   Gracias por el regalo que me entregas y las palabras de música que lo acompañan. No podría haber pedido algo mejor que ser emperatriz de tus paisajes por esa tarde. Vuelve a coronarme en tus sueños. Esta tierra te echará de menos. Mi estrella brillará más brillante con cada noche que pase y para entonces habrá que ver qué has hecho con esa gallardía de terciopelo que guardas bajo los pies. Cuando vuelvas quiero probar algún platillo de aquellas tierras, aunque ten cuidado, puede que dé algún bocado más de la cuenta.

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Quisiera escribir sobre la tierra en mí, sobre la madre-mujer-creadora de todo  en mí, recuerdos latentes que no son míos  pero me pertenece...